EL ORIGEN DE LOS ANIMALES DOMÉSTICOS

Hace miles y miles de años no había animales domésticos. Todos eran salvajes y andaban por el monte sin rumbo y sin destino. Ésta es la historia de cómo aparecieron los animales domésticos, los animales que viven en los patios y solares de las casas familiares. Hubo una vez una mujer llamada Ch’ujnia que era fuerte y poderosa. Tenía un hijo que se llamaba Askun. Era un hijo único y trabajaba fuerte en el campo. Pero un día, cuando Askun regresó de la milpa, descubrió que a la entrada de la casa había flores, ramitas, piedras y semillas hermosas. ¡Alguien había estado jugando con ellas mientras él estaba en el campo! Entonces le preguntó a su madre: ¿acaso tengo un hermanito?, ¿quién estuvo jugando aquí?, ¿me ocultas algo? La madre, en efecto, no le quería decir que tenía un hermanito porque tenía miedo de que Askun se pusiera celoso.

Pero como vio que la habían descubierto, no tuvo más remedio que ir por Ijtzin, su hijo más pequeño, para presentárselo a su hermano. —No vayas a tratarlo mal, quiérelo, es tu hermano, tiene tu misma sangre —dijo Ch’ujnia con preocupación. Askun aseguró a su madre que lo iba a querer y a cuidar. Pero no era cierto porque, en realidad, sentía unos feroces celos cada vez que veía a su hermano. Así que decidió perderlo en el monte en cuanto tuviera una oportunidad. Por eso, a la semana siguiente, salió con Ijtzin y se internó en la selva. Cuando estuvo muy lejos, lo dejó solito al pie de una palma de río y se alejó cauteloso sin dejar huellas para que Ijtzin no pudiera encontrar el camino de regreso a casa. Estaba Askun contándole a su madre que su hermano había desaparecido cuando vio que Ijtzin llegaba a la casa feliz y cargando frutos de la palma, que regaló a su madre. Ella se llenó de alegría y Askun sintió cómo los celos crecían en su interior. Otro día, Askun volvió a llevarse a su hermanito al campo. Cuando estaban muy lejos, construyó una trampa para tepescuintle y fingió que no podía poner dentro de la trampa la carne que serviría de cebo al animal. Dijo que él estaba muy grande y que no podía entrar a la trampa para colocar el cebo. Entonces, Ijtzin, sin sospechar nada, le dijo que él entraría a poner el cebo. En cuanto entró, Askun cerró la trampa y dejó ahí a su hermano, abandonado.

Lo mismo que en la otra ocasión, estaba Askun explicando con mentiras a su madre la desaparición de su hermano, cuando apareció Ijtzin cantando y con un tepescuintle de dulce carne roja cargado en sus espaldas para ofrecer a su madre. Askun no podía creer lo que veía. Estaba completamente fuera de sí y dispuesto a encontrar una mejor manera de eliminar a Ijtzin lo más pronto posible. Entonces, lo llevó al río más lejano y lo arrojó, sin piedad, a sus profundas aguas. El cuerpo de Ijtzin se fue con la corriente, río abajo. Feliz y convencido de que esta vez sí lo había eliminado, llegó a su casa a ofrecer, una vez más, explicaciones a Ch’ujnia, que estaba desolada. En ese momento, madre e hijo vieron cómo, allá por el camino, venía feliz Ijtzin, cargado de peces frescos para la comida. Ch’ujnia saltaba de alegría. Askun sintió una total derrota. ¿Qué poderes inmensos tenía su hermano? Pues resulta que Ijtzin, hijo de Ch’ujnia, era también hijo de Ch’ujtiat, el progenitor, el creador de todas y de todos. Por eso gozaba de una protección especial, por eso tenía poderes incalculables. Ijtzin era un ser pacífico que no quería hacer daño a nadie. Pero sabía que Askun necesitaba una lección por su conducta reprochable. Entonces a Ijtzin se le ocurrió una idea: invitó a Askun al monte, le dijo que conocía una colmena que tenía la miel más dulce y dorada y que lo invitaba a probarla.

Askun dijo que sí, que sí quería comer miel con su hermano y los dos se fueron por el camino del monte. Cuando llegaron al sitio indicado, Ijtzin le mostró la colmena, allá en lo alto de un árbol. Askun que era muy goloso, se subió de inmediato al árbol y, cuando estuvo en lo más alto, Ijtzin tiró el árbol desde sus raíces y el árbol, al caer, estalló en mil astillas. Lo mismo le ocurrió al cuerpo de Askun: ¡estalló en mil pedazos! Y sucedió que de cada astilla de su cuerpo nació un animal doméstico. Aparecieron pollos, gallinas, borregos, perros, patos, guajolotes, gansos, conejos y cuchis, con su hilera de crías gritando a todo pulmón. De las astillas del cuerpo de Askun también nacieron todos los pájaros de voces dulces que cantan cerca y alrededor de las casas: cenzontles, jilgueros, canarios, palomas, golondrinas y gorriones del campo.

Es que el corazón de Ijtzin sintió compasión por Askun. No quiso que su hermano se quedara para siempre lejos de Ch’ujnia, su madre y lejos de su casa. Por eso, pensó en esta solución, hizo que todos los animales que brotaron de su cuerpo fueran animales domésticos, amantes de las casas, los solares, las familias y las comunidades. Hizo todo esto para que Askun no se quedara en el monte, para que pudiera estar cerca de Ch’ujnia su madre convertido, al mismo tiempo, en cuchi, guajolote y pájaro.

Y desde entonces, sobre la Tierra hay dos tipos de animales: los animales salvajes, los que viven alejados, en el monte y no quieren tener relación alguna con los hombres, y los animales domésticos, los que extrañan la compañía de las personas, los que gustan del olor del fogón, los que prefieren pasar sus días en el seno de las comunidades.
Nicolas Arcos

Este es mi blog personal. En él registro noticias, ideas y ocurrencias que me gusta compartir. No voy a decir mucho más de mí (es una situación más que incomoda). Dejaré que el contenido de este blog me describa. Agradezco su visita, el tiempo dedicado a la lectura de mis artículos y los comentarios que me haga llegar. Espero algo de aquí le sea útil.

Publicar un comentario

Articulo Anterior Articulo Siguiente

Anuncios